La teoría de las ideas y del alma.
El centro de la filosofía de Platón lo constituye su teoría de las ideas. La concepción de Platón, en ese sentido, es altamente sistémica; por lo que su teoría del conocimiento, su ética, su metafísica, su política siempre deben ser abordadas a partir de ella.
En términos filosóficos, puede decirse que la teoría de las ideas es el fundamento epistemológico y ontológico de la concepción ética y política de Platón.
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Para Platón las ideas no son meros conceptos existentes en la mente del individuo, sino que son realidades que existen en sí mismas, independientes de las cosas o hechos particulares, aunque sean elaboradas a partir de la experiencia. El conjunto de las ideas conforma uno de los órdenes del mundo real, el orden de lo inteligible.
Las ideas son la esencia de las cosas, son su verdadera causa y fin, y son eternas e inmutables, permanecen siempre idénticas a sí mismas. Ostentan simplicidad y unidad. Al ser entidades reales, también son perfectas, puras, inmateriales. El conjunto de las ideas constituye un sistema organizado, jerarquizado, en el cual la idea de Bien está por encima de todas.
La idea constituye ser de las cosas, su esencia. Una idea designa el conjunto de caracteres que constituye una cosa; es como el contenido de su definición. Es posible afirmar que, siendo idea y esencia equivalentes entre sí, la esencia de las cosas es la idea de esas cosas. La esencia de un caballo, es la idea de caballo; la esencia de una flor, es la idea de flor; como la idea existe por sí misma, cuando se alude a una cosa como un árbol o una flor, se les está atribuyendo la esencia o ser que encierran sus respectivas ideas.
Considera Platón que existe un mundo sensible y un mundo inteligible.
El mundo sensible lo constituyen las cosas que existen en el espacio y en el tiempo, que están sujetas al surgimiento, al movimiento, y a la destrucción. El mundo sensible se caracteriza por la multiplicidad y la materialidad; es así que, por ser el mundo físico de las cosas, éstas pueden ser percibidas por los sentidos.
Pero el mundo sensible es una imagen, un espejo del mundo de las distintas ideas que constituyen la esencia y el ser de las cosas que lo forman.
El mundo inteligible, a diferencia del sensible, es el mundo que está conformado por las ideas; y posee una realidad objetiva, que existe por fuera de las mentes que las albergan.
El mundo inteligible está integrado por las ideas que son esa esencia de las cosas. Los filósofos son los únicos que llegan a conocer las esencias del mundo de las cosas, del mundo inteligible de las ideas, y por lo tanto la idea suprema, la idea de Bien, y de tal modo conocen lo justo y lo injusto.
Con un sentido simbólico, Platón localiza las ideas en un lugar que denomina hiper uranós, ubicado más allá del cielo; lo que significa que las ideas no proceden ni se agotan en el mundo de las cosas. Son objetos del mundo de la razón, que sobrepasan el objeto concreto a que se refieren. De tal modo, a afirmación de que una cosa es bella expresa que es una manifestación de idea la belleza.
La teoría de las ideas de Platón, puede ser entendida mejor explicada en términos de entidades matemáticas. Un círculo se define como una figura plana compuesta por una serie de puntos, todos equidistantes de un mismo lugar. Pero ésa es una figura ideal, que en sí misma no puede encontrarse en el mundo real. Lo que las personas ven, son figuras trazadas que resultan aproximaciones de un círculo ideal. Cuando los geómetras definen el círculo no se refieren a puntos espaciales, sino lógicos; que no ocupan espacio. Señala Platón que la forma de círculo existe, si bien no en el mundo físico del espacio y del tiempo, sino como un objeto inmutable en el ámbito de las ideas, y sólo puede ser conocida mediante la razón.
Las ideas poseen mayor importancia que los objetos del mundo físico, tanto por sus condiciones de perfección y estabilidad, como porque son modelos que aportan a los objetos físicos comunes lo que ellas tienen de realidad.
Pero Platón, al exponer su teoría de las ideas, estaba más interesado en su aplicación en la ámbito de la ética social. Su teoría apuntaba a explicar el modo en que el mismo concepto de universalidad de lo esencial, puede ser aplicado a acontecimientos particulares de la vida política.
La idea de justicia, por ejemplo, resulta aplicable a muchas acciones concretas muy distintas entre sí pero que como un factor común participan de la idea de justicia. La participación es un concepto que Platón utiliza, para resaltar que el mundo sensible participa del mundo de las ideas; dado que el ser de cada cosa reside en la idea de esa cosa, al referirnos al mundo sensible se hace constante uso del mundo de lo inteligible, que de tal modo participa en el mundo de lo sensible.
Por lo tanto, para Platón cada cosa en el mundo del espacio y el tiempo es lo que es, en virtud de su parecido con la idea universal que le corresponde. La habilidad que alcanza el hombre para captar el concepto universal, es la prueba de que se ha conseguido captar la idea a que ese universal hace referencia.
Para Platón, las ideas son realidades que el alma conoció antes de nuestro nacimiento.
Todos los filósofos griegos habían admitido la existencia del alma, si bien hubo dos concepciones distintas a su respecto:
El alma como principio de vida. Según esta concepción todos los seres vivos tienen alma; la cual perece al morir los seres. El alma está unida al cuerpo y por tanto existe y deja de existir con él.
El alma como principio de conocimiento. En esta concepción, el alma sería propia exclusivamente de los seres humanos. Es eterna o inmortal y se encuentra unida al cuerpo de manera accidental. El ser humano es resultado de una unión accidental entre cuerpo y alma.
Es a esta segunda concepción que adhiere Platón; por lo que considera que existe un mundo de realidades propias del alma.
Según Platón, el alma es eterna, de modo que existe antes de unirse a un cuerpo y continúa existiendo cuando el cuerpo muere. El ser humano resulta de una unión accidental entre cuerpo y alma. El cuerpo pertenece al mundo sensible, pero el alma corresponde al mundo inteligible. Por eso el cuerpo es cambiante, está en contínuo movimiento; en tanto que el alma es eterna y permanente. El alma es, asimismo, la responsable del conocimiento.
El alma existe antes de su encarnación en el hombre; ubicada en el hiperuranio; donde también residen las ideas de las cosas y de todo cuanto existe. Allí el alma conoce esas realidades inteligibles y las trae consigo al encarnarse en el cuerpo, por la acción del Demiurgo.
Platón presenta a Sócrates en el último día de su vida, explicando el concepto de la inmortalidad del alma y cómo la filosofía es una preparación para la muerte, librándose de los obstáculos que el cuerpo encuentra para la purificación del alma, tales como los placeres. Sostuvo Platón, que para los filósofos
verdaderos y justos, la vida terrena es un ejercicio de la separación del alma del cuerpo; lo que se producirá plenamente en la muerte.
Expone tres argumentos para demostrar la inmortalidad del alma:
A partir de la afirmación de que existe una ley general, según la cual todas las cosas nacen a partir de sus
contrarias, formula como primer argumento, que las almas de los vivos proceden de las de los muertos.
De la existencia de las ideas, y de su teoría de la reminiscencia, deduce como segundo argumento que el alma debió existir antes de nuestro nacimiento, puesto que recuerda lo que existió antes de ese nacimiento.
El tercer argumento lo deduce de la existencia del alma antes del nacimiento, lo que conduce a sustentar que deberá continuar existiendo después de la muerte.
Según Platón el alma está compuesta de tres partes, que desempeñan distintas funciones que se pueden apreciar en la sociedad; y dan lugar a la diferenciación de tres estamentos o agrupamientos sociales:
El alma racional. Es la que alberga el conocimiento de las ideas, está localizada en la cabeza; y al parecer Platón consideró que era la única inmortal. Está moderada por la virtud de la prudencia; que es la virtud apropiada para el estamento de los filósofos, los que tienen la sabiduría. El alma racional es además la que debe gobernar a las otras dos.
El alma sensitiva. En algunas expresiones de la doctrina platónica se la denomina también como alma irascible, aunque no es apropiado al verdadero concepto. Platón la localiza en el pecho, y considera que corresponde al mundo de lo sensible; otorga al hombre la voluntad, la fortaleza, el poder físico y el ánimo para enfrentar los problemas y vencer las dificultades. Su virtud, es la fortaleza; que es la virtud apropiada para los soldados, que tienen el poder de la fuerza.
El alma vegetativa. También se la denomina a veces como alma concupiscible, pero tampoco en este caso esa denominación es apropiada al concepto de Platón. Está localizada en el abdomen, perteneciendo igualmente al mundo de lo sensible. Se relaciona en el hombre con las actividades relativas a los instintos, los deseos, los apetitos y las necesidades primarias de su vida. Su virtud, es la templanza o moderación; que es la virtud apropiada para los artesanos y productores en general, que suministran a la sociedad los bienes que necesita para subsistir.
Las tres virtudes controlan el cuerpo; pero la virtud de la prudencia radicada en el alma racional controla las otras formas del alma. Existe una relación entre la división de las tres partes del alma y sus respectivas virtudes; que en su conjunto constituyen la virtud suprema, que es la justicia.
Platón representó la imagen de las tres almas en el mito de Fedro; en el cual un auriga (especie de antiguo carro) que representaba el alma racional, es tirado por dos caballos, uno blanco noble, dócil y fuerte - el alma sensible - y otro negro, rebelde, perturbador, el alma vegetativa.
La virtud, expresada con la palabra griega areté, es el máximo desarrollo de las cualidades y potencias de una persona. Una de las cuestiones en torno de las cuales Platón suscitó mayor polémica - siguiendo el camino contrario a los sofistas iniciado por Sócrates - consistió en si la virtud puede ser enseñada y aprendida; como pretendían los sofistas al sustentar que podían desarrollar la capacidad política de los ciudadanos.
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